24 de junio de 2010

el festín


Comienza muy temprano, en el minuto 5 del segundo tiempo de Italia-Eslovaquia. El balón, en fuera de juego, está a mitad de camino entre el área y la raya lateral. Mucha, el arquero eslovaco, se toma su tiempo en llegar, clara señal de que su equipo piensa cuidar el gol de ventaja. Pero el delantero italiano Di Natale corre a apurarlo. Forcejean por el balón y el arquero se tira al suelo, sin vergüenza, robando abiertamente del repertorio italiano.
Dos minutos después, Fabio Cannavaro, el capitán de Italia, pretende mostrarle a Mucha cómo se compone una tarjeta amarilla, tirándose en plancha ante una entrada de Hamsik. Sin embargo, el árbitro inglés Howard Ebb no se presta a ese juego.
En el minuto 80, cuando Eslovaquia ya ha anotado el segundo gol y los comentaristas quieren despedirse de Italia, Di Natale vuelve a aparecer y marca el descuento.
Lo que sigue son 16 minutos de ópera total, pero es ópera eslovaca. El arquero Mucha dentro de su arco, envuelto en la red por ir a retener el balón que los italianos quieren llevar al centro del campo, es la obertura. A continuación se presenta el técnico y la magia tragaminutos de sus cambios, y a éste se suman los otros jugadores, que caen uno tras otro, retorciéndose por nada y acumulando amarillas. Entre revolcón y revolcón cada equipo anota una vez más, y así se completa un espectáculo de feria hermoso y desmadrado, el mejor del Mundial hasta ahora.

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