11 de julio de 2010

final de hollywood


En el minuto 22, la Fuerza del Mal hace un guiño a Mark van Bommel, uno de sus agentes más fieles. Van Bommel acepta la misión, acabar con el juego bonito, y se desliza y clava un patadón furibundo a Xavi. En menos de cinco minutos su compinche Nigel de Jong hace una voladora de karate contra Xabi Alonso, y el partido se interna definitivamente en el subsuelo.
Los buenos españoles, aunque están a punto de morir en dos oportunidades, no se rinden. Buscan un espacio, el camino que los lleve a la luz, y cuando van a los descansos —el del medio tiempo, el del final de los 90 minutos y el del final del primer tiempo extra— se los puede ver dándose ánimos y se adivina que alguien les ha dicho que no se entreguen, que no todo está perdido, que busquen la fuerza que tienen dentro de sí, etcétera.
Los padecimientos son muchos, pero en el minuto 116, por fin, cuando ya casi todo está perdido, surge Andrés Iniesta, el héroe inocente, el del corazón puro, y salva el juego bonito con un gol de campeonato.
España 1 - Holanda 0.

10 de julio de 2010

forlán


El partido por el tercer puesto es sana diversión asegurada. Es una invitación a un asado en la casa de los vecinos el primero de enero por la tarde.
Hoy dieron cinco goles y, con el pitazo final, un tiro libre de Forlán al travesaño.

8 de julio de 2010

avances tecnológicos


Llevo todo el Mundial protestando por la repetición en la tele de las jugadas de fuera de lugar. En pocas palabras, pienso que el análisis televisivo que se ofrece, con una imagen congelada y una franja sombreada para mostrar la zona del fuera de lugar, es un artificio engañoso. Ahí no está la verdad.
Se entiende que la intención es presentar el instante en que el balón se desprende del pie de quien hace el pase, pero por lo visto en este Mundial, los productores tienden a escoger un instante que ni Supermán podría ver cuando el balón está en juego. Mucho menos los muy terrenales jueces de línea. Creo que sería más fiel a la realidad (a lo que se percibe en el partido) si escogieran, en la cabina de edición, dos cuadros posteriores o tres o cinco.
Tampoco me gusta el ángulo de la toma. Creo que los televidentes deberíamos ver, en la repetición, lo que los jueces de línea ven. La toma debería ser lo más cercana a la perspectiva de los jueces. Entonces sí estaríamos hablando de avances tecnológicos porque estaríamos todos más cerca de la cancha. Lo que hay ahora nos aleja del fútbol que se vive en la cancha.

7 de julio de 2010

la jabulani por xavi


Por fin algo sobre la Jabulani, la controvertida pelota de este Mundial. Aquí está Xavi, dándole casi una patada final en una entrevista concedida a Luis Martín de El País.

Luis Martín: La sensación es que la pelota no ayuda.
Xavi: No va muy bien, hace extraños, no coge la rosca, no tiene carne. Llevo todo el Mundial pensando: "Este pase era bueno". Pero, ¡fiuuu!, se va. Y dices: "¿Qué pasa?". Es mucho peor trenzar jugadas. Cada control se va arriba. El otro día pegué a puerta, pero yo quería controlar y pasar. No pude. Se levantó y le pegué... Le buscas la rosca, hace ¡fiuuu! y se va. Es un desastre. Pero el problema supongo que no lo tengo yo solo. Lo tienen muchos, así que me toca adaptarme...

Toda la entrevista se puede leer aquí.

Y ya entrado en gastos con el maestro, habrá que poner por escrito lo que he venido diciendo todo el mes: que Ronaldo podrá ser rimbombante y Messi podrá ser genial y Robben podrá ser eléctrico, pero Xavi hace que el tiempo se detenga.

3 de julio de 2010

alguien, algo


El viernes pasado, Ghana atacaba como un equipo grande al final del segundo tiempo extra. Tenía a Uruguay metido en su área con una demostración brillante de técnica y fortaleza física, y consiguió que la última jugada fuera un tiro libre a su favor.
El penalti que resultó de ese tiro libre, por la mano de Luis Suárez en la raya, ya está siendo discutido desde todos los ángulos imaginables, pero lo que yo no logro entender es cómo hizo el árbitro portugués Olegario Benquerenca para que se cobrara tan rápidamente.
Un penalti en el último segundo de un partido de cuartos de final empatado a uno, más la expulsión de uno de los mejores delanteros del torneo, tendría que dar para varios minutos de desorden.
No fue así. En un dos por tres, Suárez salió de la cancha, los equipos se organizaron fuera del área y Asamoah Gyan y Fernando Muslera se ubicaron en donde les correspondía.
Nunca se había visto eficiencia igual, y por desgracia, a nadie se le ocurrió proteger a Gyan.
Los últimos minutos de Ghana habían sido tan fantásticos, tan fuera de serie, que todos los jugadores estarían volando seguramente. Alguien de ese equipo tendría que haberse tirado al suelo con un calambre o haber visto una cámara enloquecida detrás del arco o haberle preguntado al árbitro alguna estupidez, no sé, cualquier cosa con tal de enfriar un poco la cabeza de Gyan.
Medio minuto habría bastado. El penalti se habría convertido en gol, el mejor de los dos equipos habría ganado y nadie estaría discutiendo hoy acerca de la ética deportiva de Suárez.
Ghana salió por no recurrir al teatro cuando había que hacerlo.

29 de junio de 2010

un 0-0 gracioso


Comienzo a ver Paraguay-Japón en el segundo tiempo.
Hay buen ritmo, está movido, y los dos equipos juegan honestamente, sin enredos ni mañas. Pasan los minutos y de parte y parte se siente el temor de quedar por fuera del torneo. Pero existe también, por extraño que parezca, un cierto aire de comedia en el partido.
El balón rueda frenéticamente en el campo —casi nunca se juega en el medio— y esto produce desorden e inquietud en las áreas y estimula todo tipo de carreras inútiles.
Los estrellones, los tropezones y los trompicones son tantos que se vuelven rutina y los balones peligrosos, en lugar de ser despejados por los defensas, rebotan en los pechos y las espinillas, contribuyendo a la confusión.
Si dos jugadores saltan por un balón elevado, es seguro que al menos uno de ellos termina en el suelo.
Un delantero paraguayo tiene que agacharse y cubrirse la cara para protegerse de un pase inesperado.
El japonés Endo atisba y conspira con un ojo apagado cada vez que va a cobrar un tiro libre.
El técnico paraguayo, Gerardo Martino, no puede quedarse quieto. Se da palmadas en los costados, se voltea, se agarra el pelo, se alisa el pelo, alza los brazos... parece inventado por Molière.
El técnico japonés, Takeshi Okada, es lo opuesto, una máscara rígida de agonía.
Las dos delanteras juegan con ineptitud, y por eso el 0-0 dura hasta el final, al son de la comedia.

28 de junio de 2010

mala imitación


El defensa eslovaco Martin Skrtel levanta el pie a la altura del mentón y el árbitro español Alberto Undiano pita falta. Skrtel se sale de sus casillas e imita a su técnico, Vladimir Weiss, que ha pasado buena parte del partido gritándole a Undiano. Muchos técnicos creen que entablar una guerra psicológica con los árbitros es parte de su trabajo y por eso se les ve vociferando cerca de la raya y protestando cualquier decisión a favor del equipo contrario. Por lo general, son tipos que tienen una idea muy inflada del papel que juegan.
Skrtel, pues, contagiado por la guerra psicológica, olvida el balón, olvida al holandés Kuyt, que está detrás, y la toma contra Undiano.
La falta se cobra con un pase rápido a Kuyt, quien se cuela en el área y alza la cabeza. Aunque Skrtel regresa corriendo al área, no tiene tiempo de marcar a nadie. Tiene las de perder, y pierde.
Kuyt pasa hacia el centro del área. Sneijder llega desmarcado y anota el segundo de Holanda. Es el minuto 84, muy tarde para que Eslovaquia pueda empatar.

27 de junio de 2010

serpentinas


Comenzando el partido Argentina-México, el árbitro italiano Roberto Rosetti ordena retirar las serpentinas que hay en la cancha. Es la voz de la Fifa, anunciando con firmeza que esto no es lo mismo que un torneo argentino. Aquí todo es claridad, pulcritud y orden.
En el minuto 26 la claridad se va para el carajo. El asistente Stefano Ayroldi no ve el fuera de lugar de Carlos Tévez al momento de anotar el primer gol argentino y, encima de todo, sufre un colapso mental. El equipo mexicano corre a reclamarle y el asistente quiere cambiar de opinión. Rosetti, el central, corre a huchear a los mexicanos y a pedirle explicaciones a Ayroldi. La cámara tiene al asistente en primer plano. Está sudando, está balbuceando. Parece que alguien estuviera regañándolo por el sistema de comunicación que porta. Rosetti niega con la cabeza y señala el centro del campo. Es gol.
Rosetti hace lo debido. Si Ayroldi no vio el fuera de lugar, no lo vio y punto. Fue una jugada rápida. El mundo se le va a venir encima, por supuesto, pero tiene que pitar lo que vieron él y sus asistentes.
Durante otros dos apartes del primer tiempo, un globo celeste vuela cerca del medio campo y rebota dulcemente en la grama, burlándose.

¿vieron eso?


El 2-2 que no fue.
Mago central: Jorge Larrionda (Uruguay)
Mago asistente: Mauricio Espinosa (Uruguay)

26 de junio de 2010

el diluvio


Una llovizna inconsecuente refresca el segundo tiempo de Uruguay-Corea del Sur.
Llega el minuto 68 y Lee Chung-yong cabecea por encima de Lugano y Muslera para anotar el empate coreano.
El gol parece enviar algún tipo de señal al cielo, y la llovizna se convierte en aguacero.
Los uruguayos se despiertan, mueven el balón y empujan hacia delante.
Los coreanos, en medio del diluvio, ya no saben qué partido están jugando. Es como si los hubieran cambiado de estadio. Pasan los minutos sin que logren retomar el control, y en el minuto 80, luego de un tiro de esquina, Luis Suárez anota un golazo para Uruguay.
Corea hace esfuerzos inútiles por volver a empatar. Nada les sale. Y entonces, justo cuando el árbitro Wolfgang Stark de Alemania pita el final del partido, deja de llover.
Los coreanos vuelven a ver claramente. Por desgracia, ven su despedida del Mundial. Son los primeros en salir de la ronda de 16.
Todo pertenece a un libreto de los de antes, de esos en los que el destino hace uso de algún fenómeno meteorológico para mostrarse.

25 de junio de 2010

pantomima


Dos equipos que renuncian a atacar es de lo peor que se puede ver en un partido de fútbol. Chile y España llegaron a un détente en el minuto 80, y ahí terminó la primera ronda del grupo H. Fueron 10 o 12 minutos de juego simulado. El balón estaba ahí, pero nadie lo quería, y por eso parecía ser pantomima.
En defensa de los dos equipos hay que decir que hicieron un gran partido hasta ese momento: tenso, fuerte, inteligente y con goles. Y también, que se tenían miedo.

24 de junio de 2010

el festín


Comienza muy temprano, en el minuto 5 del segundo tiempo de Italia-Eslovaquia. El balón, en fuera de juego, está a mitad de camino entre el área y la raya lateral. Mucha, el arquero eslovaco, se toma su tiempo en llegar, clara señal de que su equipo piensa cuidar el gol de ventaja. Pero el delantero italiano Di Natale corre a apurarlo. Forcejean por el balón y el arquero se tira al suelo, sin vergüenza, robando abiertamente del repertorio italiano.
Dos minutos después, Fabio Cannavaro, el capitán de Italia, pretende mostrarle a Mucha cómo se compone una tarjeta amarilla, tirándose en plancha ante una entrada de Hamsik. Sin embargo, el árbitro inglés Howard Ebb no se presta a ese juego.
En el minuto 80, cuando Eslovaquia ya ha anotado el segundo gol y los comentaristas quieren despedirse de Italia, Di Natale vuelve a aparecer y marca el descuento.
Lo que sigue son 16 minutos de ópera total, pero es ópera eslovaca. El arquero Mucha dentro de su arco, envuelto en la red por ir a retener el balón que los italianos quieren llevar al centro del campo, es la obertura. A continuación se presenta el técnico y la magia tragaminutos de sus cambios, y a éste se suman los otros jugadores, que caen uno tras otro, retorciéndose por nada y acumulando amarillas. Entre revolcón y revolcón cada equipo anota una vez más, y así se completa un espectáculo de feria hermoso y desmadrado, el mejor del Mundial hasta ahora.

23 de junio de 2010

la comedia de las equivocaciones


Minuto 92 de Argelia-Estados Unidos. Se cobra un tiro de esquina a favor del equipo africano. Puede ser su última oportunidad de empatar y salvar la honra. Hay un cabezazo hacia un costado y el árbitro belga Frank De Bleeckere pita una falta a favor de Estados Unidos. Varios jugadores argelinos rodean enfurecidos al central. Dos están a centímetros de su cara. Uno de ellos manotea repetidamente. De Bleeckere retrocede y se voltea. Saca las tarjetas de su bolsillo y, al voltearse de nuevo, le muestra la amarilla al jugador que tiene enfrente. Es Anther Yahia, el capitán, y ésta es su segunda amarilla. El árbitro lo sabe y le muestra la roja obligatoria. Yahia no lo puede creer. Hace lo que se le ha visto hacer a otros que han recibido la roja en el torneo: gestos de incomprensión, él no ha hecho nada, es absurdo, esto no puede estar sucediendo.
Yahia sigue gesticulando hacia la cámara mientras entrega la banda de capitán y sale del campo. Es una actuación muy sentida. Está utilizando más energía de la que utilizó cuando el partido todavía estaba en ceros y Argelia estaba en la obligación de atacar y marcar goles para clasificar a la siguiente ronda.
Sale por fin Yahia y los productores de la transmisión pasan la repetición de lo sucedido. Esta vez se ve más de cerca. Los dos jugadores que están encima del árbitro son Hassan Yebda y Rafik Halliche. Este último es quien manotea. Entonces surge Yahia en medio de los dos. Hace a un lado a sus compañeros para apersonarse de la situación. De perfil, como lo muestra la tele, se parece un poco a Halliche. De Bleeckere se voltea y le muestra las tarjetas.
No era actuación.

22 de junio de 2010

ronaldo


De nuevo en el bar. Es el entretiempo de México-Uruguay, y en la televisión aparece el comercial de la estatua gigante de Ronaldo.
“Detesto a ese tipo”, dice el barman, y todos asienten.
La antipatía no se origina en su juego, que deslumbra, ni en sus triunfos. Se origina en sus yerros; o mejor, en el melodrama que hace cuando yerra.
Cada vez que un disparo suyo golpea el palo o es deviado por el arquero, Ronaldo odia el universo. Alza la cara con desprecio, indignado, como si el destino hubiera intervenido para destruir su perfección… ¡son los dioses, que están en su contra!
Tiger Woods suele adoptar una actitud similar cuando la pelota de golf le desobedece. Tanto él como Ronaldo parecen divertirse poco cuando compiten.
En el partido contra Corea del Norte, sin embargo, Ronaldo fue un jugador diferente. Sonrió mientras sus compañeros de equipo anotaron cinco veces, y al final el universo lo recompensó con su primer gol del torneo. El balón rodó por su nuca, encontró su pie derecho y, luego, la red.

21 de junio de 2010

kalil al ghamdi


El suizo Valon Behrami tiene posesión del balón y manotea un par de veces hacia atrás para deshacerse del acoso del chileno Jean Beasejour. La pantomima de caída que Beasejour monta convencería a cualquiera de que se trata de una falta menor, pero el árbitro saudita Kalil Al Ghamdi sufre un espasmo de protagonismo y le muestra la roja a Behrami. Es el minuto 30 del partido, y los suizos abandonan a partir de entonces la idea de jugar a ganar. El árbitro, pues, embolata el partido para todos.
En el minuto 90 Ghamdi se reivindica un tanto cuando muestra la tarjeta amarilla al mediocampista Jorge Valdivia luego de que éste se lanza en plancha dentro del área suiza. El árbitro es tan contundente que Valdivia no tiene más remedio que asentir y pedir disculpas.

¡gol!


Iaquinta convierte un penalti para Italia, empatando el partido con Nueva Zelanda, y escenifica la celebración más ridícula del torneo. Es algo relacionado con su nariz, y De Rossi se une soplando una trompeta imaginaria. De Rossi es quien inventa el penalti, lanzándose hacia delante cuando el neozelandés Smith tira de su camiseta.

20 de junio de 2010

francia


En los llamados reality shows, los participantes se insultan y se pelean porque saben que no han hecho nada para merecer la atención de millones de personas.

17 de junio de 2010

khune


Hoy un cliente convenció a todos los comensales de un bar de que la peor decisión arbitral de este Mundial es la expulsión de Itumeleng Khune, el fabuloso arquero sudafricano. Creo que todos estuvimos de acuerdo por lo menos con el sentimiento de esto. Es una verdadera lástima que Khune tenga muy poco chance de volver a jugar en el campeonato. Sus atajadas en el primer partido fueron espectaculares. Y la mejor de todas es todavía más memorable gracias al narrador de Univisión, que la celebró con una frase tan absurda que hasta sublime resulta: "Si no sabes dónde estás parado... el corazón te lleva a donde debes ir para salvar la situación".

15 de junio de 2010

en el aire


Centro de Portugal al área de Costa de Marfil. El marfileño Zokora se lanza y rechaza de cabeza, al tiempo que recibe un puntapié en el brazo de parte del delantero Liedson, que intentaba una chalaca. Zokora, todavía en el aire, no se agarra el brazo, sino la cabeza. ¿Acaso el pie golpeó el brazo y continuó su trayectoria hasta la cabeza? ¿Le dio en la cara?
En la repetición se ve claramente: nada de eso, el pie de Liedson no pasa del brazo. Zokora quiere agravar la falta y asegurarle la tarjeta amarilla al delantero portugués.
En una fracción de segundo se dan el cabezazo, el puntapié, la idea de llamar la atención sobre otra parte del cuerpo y la hábil ejecución de la idea. Todo en el aire. Jorge Larrionda, el árbitro uruguayo, pitó la falta y nada más. Estaba cerca.

la camilla


Segundo tiempo de Italia contra Paraguay. Luego del gol del empate, Italia se apodera de la cancha y mete a Paraguay en su propia área. A seis minutos del final, el mediocampista paraguayo Jonathan Santana está en el suelo, cerca de la raya lateral. No se sabe por qué cayó. Está sentado, manoteando, y el árbitro detiene el juego y se acerca a él. Todos nos acercamos. Se puede ver que Santana está diciendo algo. Está haciendo unas señas muy particulares. Parece que pide una camilla. Señala su pierna y da a entender, en efecto, que le gustaría que la camilla viniera por él.
Cuando un partido ya está por acabarse y el equipo de uno necesita mantener el marcador a toda costa (y el contrario ataca a todo pulmón), no hay nada mejor que ver al árbitro alzar la mano para ordenar la entrada de los camilleros. "Espero que no sea una lesión grave —piensa uno—, pero ¡gracias a Dios!" Porque entre que entran, atienden al jugador y salen se pierden de dos a tres minutos y, lo más importante, el partido se enfría.
Lo de Santana llama la atención porque hoy en día los jugadores saben que la falta o el calambre deben ser de marca mayor para que un árbitro llame a los camilleros, y más todavía si es en territorio neutral.
Cuando mi papá me llevaba al estadio, a finales de los setenta, la aparición de la camilla era de lo más común; y lo que es más significativo, los camilleros solían ser las cuatro personas más pequeñas y pesadas que se podían contratar para el oficio. Salían del algún rincón del estadio y, aunque corrían, parecía que no avanzaran. Era un momento como de circo. Los seguidores del equipo visitante veían eso y comenzaban a desfilar hacia la salida.
El árbitro de Italia-Paraguay, el mexicano Benito Archundia Téllez, se negó a llamar a los camilleros, por supuesto, y los paraguayos tuvieron que seguir defendiendo el arco con el balón en juego.

14 de junio de 2010

el semblante


Durante buena parte del partido entre Ghana y Serbia estuve pensando en el técnico del equipo africano, Milovan Rajevac. Cuando la cámara se detuvo en él por primera vez, el narrador dijo que Rajevac es Serbio, cosa que a mí se me había escapado.
En el fútbol de selecciones, no es raro que algún técnico importado termine enfrentándose a su país de origen, pero el semblante que apareció en la pantalla no era el de un experto del mundo globalizado sino el de un hombre compungido y derrotado.
Lo mostraron no sé cuántas veces, y siempre se veía igual, como si en lugar de estar mirando el partido, estuviera diciéndose sin parar, "Que me hubiera tocado en suerte jugar el primer partido de mi primer mundial contra Serbia... Que me hubiera tocado jugar el primer partido de mi primer mundial contra Serbia... Que me hubiera tocado..."
Pensé que podía ser una pose, la de un profesional que sabe de cámaras y se pone la máscara que le conviene en el momento indicado. Porque está claro que estos técnicos tienen que manejar muchos intereses en un mundial. Pero no pude olvidar del todo mi primera impresión.
Tan pronto el árbitro pitó el final del partido, la cámara volvió a poncharlo. Un jugador y un colega del cuerpo técnico de Ghana saltaron a abrazarlo, pero él se deshizo de cada uno con un empujón odioso y se alejó. Parece ser que más tarde habló del buen juego de Serbia y de la suerte que había tenido Ghana, que ganó 1 a 0.

13 de junio de 2010

el extra


No juega, no dirige y es poco probable que vomite en la cancha como lo hizo en el último Mundial. Pero está en la banca. ¿Por qué? ¿Porque su presencia es importante para el equipo? ¿Porque sus compañeros, sus compatriotas, lo necesitan?
No. Está ahí porque todos quieren que sea un símbolo perenne del fútbol mundial. El asunto está en conquistar más mercados, el de Estados Unidos especialmente, que rehuye y no se deja, y a Pelé ya hay que reemplazarlo. Beckham es nuestro tipo, dirán en la Fifa, dirán los veteranos que quieren estirar sus carreras en la MLS, dirán los de los guayos y las camisetas.
Lástima que no tenga ninguna copa del mundo. No tiene ni siquiera una final. Ni siquiera una semifinal. Pues bueno, lo vestimos y lo peluqueamos y lo sentamos ahí. A ver si ésta sí es. Y si no, algo habrá que inventarse para que vuelva a estar ahí en 2014.

12 de junio de 2010

al mejor vestuario


La corbata tiesa y el traje pasado de talla contuvieron la energía caótica, estrambótica, del entrenador de la selección argentina en el partido contra Nigeria. Alguien en la AFA, la Asociación del Fútbol Argentino, merece un premio por esa elección.

¡vyntra!


En el minuto 24 de Grecia contra Corea del Sur, el 7 coreano, Park Ji-Sung, gambetea por el costado derecho, se le cuela a Loukas Vyntra para entrar en el área griega, ya va entrando y huele a gol porque no hay más defensores, pero Vyntra se desploma de repente, se retuerce, alza los brazos y... el árbitro pita falta a su favor. Es un prodigio de falta inventada. Vyntra está detrás del delantero, que tiene control del balón y va a anotar, pero aun así logra convencer al central. Casi se puede decir que le roban un gol a Corea, y la repetición en cámara lenta lo confirma. Aristófanes estaría orgulloso.

la bendición


“¡La única cosa que no queremos en esta Copa del Mundo es que los jugadores la arruinen con timos, con engaños al árbitro, en una palabra, con trampas!”
Ian Darke, el narrador británico de ESPN
Esto me da risa.

la mano


Antes del pitazo inicial, mano de Henry, gol de Francia e Irlanda por fuera del Mundial.

La Mano entra a los 71 minutos del juego contra Uruguay. Todos la hemos estado observando desde que calentaba a un costado del campo.

A los 88 minutos, La Mano, exaltada, pide un penalti por una mano de un uruguayo dentro del área. La repetición muestra que estaba pegada al cuerpo.

11 de junio de 2010

sudáfrica 1 - méxico 1


Siphiwe Tshabalala, el número 8 sudafricano, inaugura este blog con el primer planchazo del Mundial. En el minuto 15 del primer tiempo, corta desde la izquierda hacia el centro, a unos diez metros del área mexicana, y encontrando el brazo extendido de uno de los centrales mexicanos, se tira al suelo como un Cristo. El árbitro pita. Era falta de cualquier manera, pero el planchazo tempranero es un buen augurio y se agradece.

Javier Aguirre, el entrenador de la selección mexicana, codea el aire violentamente en el minuto 24, y los productores de la transmisión nos lo regalan en cámara lenta. No se sabe a quién le dirige Aguirre el gesto, si es al árbitro para instruirlo acerca del sufrimiento de sus jugadores, o si es a uno de sus jugadores para recordarle lo ya instruido.

En el minuto 10 del segundo tiempo, unos seis jugadores celebran el gol sudafricano con un baile sobre la línea lateral que recuerda el baile de Bande à part, la película de Jean-Luc Godard.

El árbitro Irmatov se niega pitar un penalti a favor de Sudáfrica en el minuto 22 del segundo tiempo. Tuvo que haber visto la falta. Pero se hizo el ciego y eso es teatro.