26 de junio de 2010

el diluvio


Una llovizna inconsecuente refresca el segundo tiempo de Uruguay-Corea del Sur.
Llega el minuto 68 y Lee Chung-yong cabecea por encima de Lugano y Muslera para anotar el empate coreano.
El gol parece enviar algún tipo de señal al cielo, y la llovizna se convierte en aguacero.
Los uruguayos se despiertan, mueven el balón y empujan hacia delante.
Los coreanos, en medio del diluvio, ya no saben qué partido están jugando. Es como si los hubieran cambiado de estadio. Pasan los minutos sin que logren retomar el control, y en el minuto 80, luego de un tiro de esquina, Luis Suárez anota un golazo para Uruguay.
Corea hace esfuerzos inútiles por volver a empatar. Nada les sale. Y entonces, justo cuando el árbitro Wolfgang Stark de Alemania pita el final del partido, deja de llover.
Los coreanos vuelven a ver claramente. Por desgracia, ven su despedida del Mundial. Son los primeros en salir de la ronda de 16.
Todo pertenece a un libreto de los de antes, de esos en los que el destino hace uso de algún fenómeno meteorológico para mostrarse.

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